Con sus
patas de jirafa/avestruz Elefante iba paseando por un jardín lleno de siemprevivas.
Ese típico olor que desprenden las plantas que siempre están vivas inundaba la
trompa de Elefante de tal manera que se sumía en un estado de relajación
profunda. Igual que la niña que levantó la piel del mar y vio lo pequeña que
era en la inmensidad del oceáno, Elefante se dió cuenta de su pequeñez en un
mundo surrealista (señorial, campestre, culto y alocado) y para colmo se ve
obligado a estar paseando sin rumbo definido por los siglos de los siglos.
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